Lectura de Medianoche

El reloj marcaba las 12. Ya era medianoche y sin embargo, ella seguía leyendo su libro de ensueños. Hipnotizada por las letras y sumergida en los más profundo de la historia que el autor la llevaba.


- Alice, ¿aún estás despierta? -se escuchaba una voz que la obligó a salir de ese mágico trance en el que se encontraba-. Ya es tarde, recuerda que mañana debes levantarte temprano. Ve a dormir.
- Enseguida lo haré abuela, sólo estaba terminando de leer ésta maravillosa novela -decía tranquilamente la joven, intentando no ser regañada nuevamente.
- ¿Leyendo esas cosas otra vez?. Sólo son un montón de tonterías sin sentido alguno.
- Tal vez -admitió-, pero la manera en que el autor las narra es realmente fascinante. Explicándolo todo de forma que te introduzcas en  la historia como si fueras parte de los personajes, diciendo cada mínimo detalle para comprender la escena a la perfección. Es realmente... 
- Basta de tonterías -dice su abuela interrumpiéndola-. Ya estás lo suficientemente grande como para dejar esos libros de fantasía, Alice. Debes entender que tú no puedes rebajarte a un simple escritora, ¡eso sería devastador para tu familia!. Ahora guarda ese libro en la estantería y vete a dormir que nos espera un largo día -dijo marchándose y cerrando la puerta.


Alice miraba desilusiona la portada del libro mientras pensaba en todo lo que su familia había planeado para su futuro. - No puedo hacer nada que me guste -murmuraba para sí-. Definitivamente, se decepcionarán de mí-. Se levantó suavemente de la ventana para guardar el libro en la estantería y dirigirse a la cama, pero la tentación era demasiada. Necesitaba saber cómo terminaba la historia, seguir alimentándose de las palabras del libro, convertirse en uno de los personajes. De todas formas, ese libro no satisfacería su apetito. Ella quería leer más, lo necesitaba para respirar, para vivir.