Se podía sentir la presión. Se sentía como el tiempo transcurría y nada sucedía. Tenía que hacer algo, antes de que fuera demasiado tarde.
Cada mañana al despertar, durante cada puesta de sol, cada noche antes de dormir, Carolina planeaba la forma de estar con él. Cuantos más días y semanas pasaban, ella casi podía sentir en la distancia como Carlos comenzaba a olvidarla, tenía que apresurarse, tenía que hacer algo pronto para que eso sucediera, ¿pero qué?. Carolina se hallaba víctima de sus propios pensamientos negativos, pensamientos que le decía que no iba a lograrlo, que no valía la pena, que encontraría a alguien mejor... Pero si una virtud tenía esta chica, era su obstinación para obtener lo que ella quería. La esperanza de volverlo a ver, y recuperar el tiempo perdido era lo que la mantenía con vida, pero durante las noches solitarias, no podía evitar pensar en él, extrañarlo, y llorarlo desesperadamente hasta que saliera el sol; cuando las sombras de los recuerdos desaparecían tras el primer rayo de sol, Carolina podía retomar el sueño, sueños que se convertían en pesadillas oscuras, casi tan dolorosas como la realidad.
3 comentarios:
Que lindo! el anhelo de querer estar ahi con esa persona nos hace plantearnos que estrategias tenemos en la mano para lograrlo sin desviarnos de lo que somos :) feliz año
a veces y lamentablemente no es suficiente querer.
muy buena entrada me ha encantado tu blog
un beso
Tu historia me a enamorado nena!
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